La caída de AWS fue un recordatorio de que la tecnología puede fallar, pero la verdadera seguridad está en quienes sostienen los datos, los procesos y la confianza: los profesionales detrás del sistema.
El lunes 20 de octubre de 2025, gran parte de Internet se detuvo durante varias horas. Una falla en Amazon Web Services (AWS) —el gigante mundial de servicios en la nube— dejó fuera de servicio a miles de sitios web y aplicaciones en todo el mundo. Entre ellos, plataformas de streaming, redes sociales, sistemas financieros, servicios de mensajería e incluso portales gubernamentales.
Más allá del impacto tecnológico, el episodio dejó una enseñanza clara para todos los que dependemos de la nube: nadie está exento de fallas.
Y en el ámbito contable, donde cada archivo, comprobante o declaración depende de estar disponible en tiempo y forma, esta situación debería servirnos de llamado de atención.
Cuando la nube se apaga

AWS es el corazón invisible de Internet. Millones de empresas y usuarios usan sus servidores a diario sin saberlo. Cuando una de sus regiones —la de Virginia, EE.UU las más importante de todo el servicio— tuvo una interrupción, el efecto fue en cadena: sitios caídos, aplicaciones bloqueadas y pérdidas de servicio en todo el mundo.
No fue un hackeo ni un colapso de seguridad, sino un problema técnico en los sistemas de red internos.
Pero bastó para demostrar algo que muchos olvidamos: la nube no es infalible.
Nuestra profesión, como casi todas, está cada vez más digitalizada. Usamos sistemas en línea, firmamos electrónicamente, compartimos carpetas en Drive o OneDrive y trabajamos con documentación 100 % digital. Si mañana una plataforma o servicio deja de funcionar por horas, ¿tenemos un plan B?
La caída de AWS lo deja claro: si una infraestructura global puede fallar, imaginate lo que puede pasar con un servicio menor o una mala configuración.
Dependencia total: el riesgo silencioso
Muchos estudios contables dependen de un único sistema: todo el trabajo —clientes, liquidaciones, balances, escalas, recibos— se guarda en un solo entorno digital, muchas veces sin copia local.
Esto genera una falsa sensación de seguridad. Creemos que “porque está en la nube, está protegido”.
Pero la nube es solo otro servidor, en otro lugar, administrado por otra persona.
Adempas, lo que no todos saben es que gran parde de los sistemas contables que usamos diriamene, están en servidores de Amazon!
Lo que podemos aprender los contadores
La enseñanza principal no es técnica, es estratégica: nunca depender de un único punto de falla.
Algunas lecciones clave para aplicar desde hoy:
- Siempre tener una copia local.
No confíes solo en la nube: guardá tus carpetas de clientes, balances y sueldos también en un disco externo o un NAS del estudio. - Usar al menos dos nubes distintas.
Por ejemplo, Google Drive y OneDrive, o Drive y Dropbox. Si una cae, la otra sigue activa. - Automatizar los backups.
No dejes que dependa de la memoria o del “después lo hago”.
Configurá una copia automática diaria o semanal con herramientas como AOMEI, EaseUS o rclone. - Verificar que los archivos se respalden bien.
De nada sirve tener un backup si nunca probás recuperarlo. - Plan de contingencia.
Definí qué harías si tus sistemas caen por 24 horas: cómo seguir trabajando, qué archivos tener offline, cómo comunicarte con clientes.
Redundancia: la palabra que salva
El concepto de redundancia es central en tecnología: significa tener una copia alternativa para cuando algo falla.
En los estudios contables, esa redundancia puede tomar distintas formas:
- NAS en red local con copias automáticas.
- Backup remoto en otra ubicación física (por ejemplo, tu casa).
- Sincronización entre distintas nubes, como Drive → Dropbox.
- Copia offline cifrada en disco externo o pendrive guardado bajo llave.
Tener redundancia no es gastar más: es asegurar la continuidad del trabajo.
Una cuestión de responsabilidad profesional
Los contadores manejamos información sensible. Declaraciones de impuestos, nóminas de empleados, balances, claves fiscales. Proteger esos datos no es solo una cuestión de eficiencia: es una obligación ética y profesional.
Hacer un backup, tener un plan de contingencia o diversificar proveedores de nube no son lujos tecnológicos, son parte de la gestión responsable del estudio contable.
Y también es un buen momento para hablar con nuestros proveedores de software y preguntarles que planes de contigencia tienen.
Puede fallar
El apagón de AWS fue un recordatorio global: incluso las infraestructuras más robustas pueden fallar.
Y cuando eso pasa, el daño depende de qué tan preparado estés.
No se trata de desconfiar de la nube, sino de no depender sólo de ella. Un backup, un NAS, una copia externa o una segunda nube son inversiones pequeñas comparadas con el costo de perder todo.
“La nube puede caerse. Lo que no puede caerse es tu estudio.”



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