El curso de formación de Cuidadores Domiciliarios para las personas trans se realiza en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y representa una experiencia educativa inédita, que dura cinco meses y se cursa tres veces por semana, les dará la posibilidad de acceder a un trabajo formal, lo que en la mayoría de los casos representa el primer empleo de sus vidas.
La directora nacional de Políticas para Adultos Mayores de la Sennaf, Mónica Roqué, reconoció que “muchas veces esta población no tiene otro trabajo que la noche, que no es lo que desean y por eso, lo que se les está dando son herramientas para tener un empleo genuino y tener un ingreso que les permita vivir dignamente”.
Roqué destacó que el trabajo de cuidador domiciliario de adultos mayores “tiene una buena salida laboral y desde la Dirección se han hechos convenios con el Pami y otras instituciones, para poder brindar asistencia” a las personas de la tercera edad.
En cuanto a eventuales situaciones de discriminación que pueda sufrir una persona trans o travesti a la hora de buscar o desempeñar su empleo, señaló que “para eso, se previó un acompañamiento psicológico de los asistentes al curso”.
Testimonios de los estudiantes
“Nosotras venimos de la calle, ni más ni menos. Acostumbradas a que nuestro único medio de vida sea la prostitución, habíamos dejado de tener expectativas”, señaló Yésica Peralta, de 50 años, una de las alumnas que con esta capacitación buscará un proyecto de vida distinto.
Peralta recibió la invitación por parte de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (Attta), con la que está relacionada desde hace tiempo.
“Opté por aceptar la invitación, para tener por fin un trabajo”, aseguró Peralta, tras escuchar los testimonios de alumnos que completaron el curso con anterioridad y hoy son cuidadores domiciliarios nacionales. Dice que espera que al terminar este curso pueda transferir la experiencia a las más jóvenes del colectivo trans, para que “puedan optar”.
Al ingresar al aula “05” de la sede de Hipólito Yrigoyen, un grupo diverso aguardaba reanudar las clases, mientras todos coincidían en definir al curso como una propuesta de inclusión.
“Porque se trata de derribar mitos y prejuicios y que la sociedad incorpore lo distinto y lo acepte”, sostiene Mariel Cusi, de 37 años. Se mostró confiada en que una buena preparación y un título, que avale ese saber, “puede ayudar a cambiar su realidad”.





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